Carta abierta al Presidente del INE

Apreciado Presidente,

No creemos que haya ahora mismo una sola persona en España que no se levante por las mañanas sin preguntarse cómo será la vida cuando todo esto acabe. En lo económico, en lo social, en todos los ámbitos, hemos empezado a asimilar que habrá un antes y un después tras esta crisis sanitaria. La incertidumbre se ha convertido en costumbre en una sociedad ávida de datos fiables, de certezas, y ahora más que nunca se hace necesario defender el papel de lo público, los conocidos como datos oficiales.

El INE ha ocupado desde siempre un lugar preferente como fuente de información gubernamental. Citar al organismo al pie de una noticia la dota de fiabilidad y consistencia. El INE, nos lo recordaba usted en su último correo, es sinónimo de información estadística de calidad. Sin embargo, en este vacío transitorio, los medios están recurriendo a las fuentes que tienen a mano para nutrir sus espacios informativos. A menudo se ignoran las motivaciones subyacentes del informante, su sesgo o su interés, y tantas variables que separan la mera estimación de la información veraz. El bulo y la desinformación acechan, todos parecemos ser conscientes de ello, pero con demasiada frecuencia observamos cómo alcanzan la categoría de noticia y vuelan libres por la extensión de las redes sociales. A pesar de ello, esta reivindicación de lo público, de los datos oficiales, que desde UGT compartimos con usted, no se corresponde con la realidad del Instituto.

Desde hace años venimos denunciando que el INE, con su —nula— política de personal, se ha ido vaciando de empleados públicos profesionales, procedentes de estrictos procesos selectivos (igualdad, mérito, capacidad, libre concurrencia…), para entregar sus más preciadas encuestas a empresas privadas. Subcontratación, externalización, “gestión prestada por terceros”… Se le puede poner el nombre que se quiera, traducido significa privatización. Y privado y público son conceptos que no suelen hacer buena pareja.

Si hiciésemos una encuesta entre nuestro propio personal, le aseguro que su principal preocupación sería la propia viabilidad del INE. Los compañeros nos preguntan a diario qué deriva lleva su organismo. Contemplamos impotentes el inmovilismo, la inercia de procesos que no dan resultados. Vemos el miedo al cambio en múltiples proyectos: la utilización de registros administrativos, la implementación de nuevos programas informáticos, el teletrabajo, por ejemplo, que se planteaba casi como una quimera, y ha sido una realidad en apenas días…

A pesar de todo, en UGT pensamos que no es tiempo de reproches, sino de aportar. De aprender de esta crisis a trabajar mejor juntos. Por eso le pedimos un nuevo impulso, una apuesta real, comprometida, con su carácter público, fiable, como demandan los tiempos.

Los procesos de adaptación son siempre dificultosos y complejos, afirma usted en su correo, pero más difícil es quitar el miedo al cambio. Y nuestro organismo, actor principal en un escenario intrínsecamente cambiante, no tiene otra que estar a la altura. Y para ello necesita cambiar, sin miedo, empezando por lo organizativo y lo tecnológico, pero sin olvidarse de lo humano, haciendo sentirse partícipes a sus empleados de su proyecto, apostando por las personas.

Esperamos volver a vernos pronto todos con salud.

Un cordial saludo.

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